Angry | Enfadado

St. Bruno
Jonah 4:1-11; Luke 11:1-4

“Have you reason to be angry?”

God poses this question to Jonah twice in today’s first reading. Jonah was mad that God, moved by the Ninevites’ repentance, refused to destroy them, though they were enemies and oppressors of Israel and Judah. Later Jonah, still seething with resentment over God’s mercy to them, was enraged by the death of a plant that had given him shade. He had taken for granted that it would always be there.

We can also get angry with God, and like Jonah, we can also feel justified in our anger.  But that anger often leads nowhere. Instead, it festers within us, poisoning our outlook on life and our relationships. Sometimes, that poison is so powerful that it can cause us to turn away from God.

Jesus offers us an antidote to that venom in the prayer that he taught his disciples. When we pray the Lord’s Prayer, we are reminded of many things:

A loving and providential God is our Father.
God alone is worthy of our honor and praise.
God’s kingdom is the state of perfect peace and happiness, and we participate as citizens of that kingdom when we do God’s will.
God’s care for us is abiding, and God’s mercy saves us.
God calls us to forgive as we have been forgiven.
God protects us from temptation and delivers us from the power of evil and death.

Unlike the gourd plant that died and exposed Jonah to the withering heat, God’s grace and mercy will always cover us. - jc 

----------------------------------------------------------------------------------------

San Bruno
Jonás 4,1-11; Lucas 11,1-4

"¿Tienes motivos para enfadarte?"

Dios plantea esta pregunta a Jonás dos veces en la primera lectura de hoy. Jonás se enfadó porque Dios, conmovido por el arrepentimiento de los ninivitas, se negó a destruirlos, aunque eran enemigos y opresores de Israel y Judá. Más tarde, Jonás, todavía hirviendo de resentimiento por la misericordia de Dios hacia ellos, se enfureció por la muerte de una planta que le había dado sombra. Había dado por sentado que siempre estaría allí.

Nosotros también podemos enfadarnos con Dios, y como Jonás, también podemos sentirnos justificados en nuestro enfado. Pero esa ira a menudo no lleva a ninguna parte.  Por el contrario, se encona dentro de nosotros, envenenando nuestra visión de la vida y nuestras relaciones. A veces, ese veneno es tan poderoso que puede hacer que nos alejemos de Dios.

Jesús nos ofrece un antídoto contra ese veneno en la oración que enseñó a sus discípulos. Cuando rezamos el Padrenuestro, se nos recuerdan muchas cosas:

- Un Dios amoroso y providencial es nuestro Padre.

- Sólo Dios es digno de nuestro honor y alabanza.

- El reino de Dios es el estado de paz y felicidad perfectas, y participamos como ciudadanos de ese reino cuando hacemos la voluntad de Dios.

- El cuidado de Dios por nosotros es permanente, y la misericordia de Dios nos salva.

- Dios nos llama a perdonar como hemos sido perdonados.

- Dios nos protege de la tentación y nos libra del poder del mal y de la muerte.

A diferencia de la planta de calabaza que murió y expuso a Jonás al calor abrasador, la gracia y la misericordia de Dios siempre nos cubrirán. - jc