Changing Our Minds | Cambiando Nuestras Mentes

St. John of the Cross
Zephaniah 3:1-2, 9-13; Matthew 21:28-32

Changing one’s mind sometimes gets a bad rap. When politicians do it, we call it “waffling” or “flip-flopping.” When people do it in ethical matters, they are often condemned as unprincipled or lacking the courage of their convictions.

But sometimes it is not only good but essential to change our minds. St. John Newman noted that, “To live is to change, and to be perfect is to have changed often.” Changing our hearts and minds—conversion—is a central call of Advent.

The prophet Zephaniah called the people of Jerusalem to conversion rooted in humility. Jesus contrasted the sinners who saw their need for conversion and embraced the kingdom of God with those who, blinded by their certainty and self-righteousness, could not notice the kingdom in their midst.

St. John of the Cross was profoundly aware of his need for conversion. He also knew that desire would inevitably lead to something new, to change. In today’s Office of Readings, he tells us: “We must then dig deeply in Christ. He is like a rich mine with many pockets containing treasures: However deep we dig we will never find their end or their limit. Indeed, in every pocket new seams of fresh riches are discovered on all sides.” We pray for the grace to change and to discover the riches the Lord has in store for us. - jc 

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San Juan de la Cruz
Sofonías 3:1-2, 9-13; Mateo 21:28-32

Cambiar de opinión a veces tiene mala fama. Cuando los políticos lo hacen, lo llamamos "vacilar" o "cambiar de opinión". Cuando las personas lo hacen en cuestiones éticas, a menudo son condenadas por falta de principios o de valor de sus convicciones.

Pero a veces no sólo es bueno, sino esencial, cambiar de opinión. San John Newman señaló que "vivir es cambiar, y ser perfecto es haber cambiado a menudo". Cambiar nuestros corazones y mentes -la conversión- es una llamada central del Adviento.

El profeta Sofonías llamó al pueblo de Jerusalén a una conversión basada en la humildad. Jesús contrastó a los pecadores que vieron su necesidad de conversión y abrazaron el reino de Dios con aquellos que, cegados por su certeza y su autojustificación, no pudieron notar el reino en medio de ellos.

San Juan de la Cruz era profundamente consciente de su necesidad de conversión. También sabía que ese deseo conduciría inevitablemente a algo nuevo, a un cambio. En el Oficio de Lecturas de hoy, nos dice: "Debemos entonces cavar profundamente en Cristo. Él es como una mina rica con muchos bolsillos que contienen tesoros: Por mucho que cavemos, nunca encontraremos su fin ni su límite. De hecho, en cada bolsa se descubren nuevos filones de nuevas riquezas por todos lados". Pedimos la gracia de cambiar y descubrir las riquezas que el Señor nos tiene reservadas. - jc