Cleansing the Temple | Purificando el Templo

St. Agnes of Assisi
1 Maccabees 4:36-37, 52-59; Luke 19:45-52

Today we hear two stories of cleansing the temple and rededicating it for the holy purpose for which it was intended.

During the Maccabean Revolt in the 2nd century BCE, this purification (now Hannukah) was a response to corruption from an external force: the erection of a pagan idol. Jesus’ response many years later was to corruption from within: those expected to be guardians of the integrity of worship in the temple had permitted or encouraged commerce to obstruct its holy purpose.

When a Catholic church today has been desecrated by vandalism, unholy rites, or a crime, it may be subject to an exorcism, blessing ritual, or rededication. These are rare events, but they provide us with an opportunity to reflect not only on how we use our churches or other sacred spaces but also on how we spend the resources (time, energy, people, money), in our parishes, schools, chanceries, etc. Are these places where we recognize and honor the presence of God?

Our bodies, too, are temples of God’s spirit. How do we use them? As we examine our consciences, we may find that our bodies, hearts, and minds need a “housecleaning” on a regular basis. We bring our whole selves into God’s house every Sunday. We, too, are called to be sacred spaces. - jc

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Santa Inés de Asís
1 Macabeos 4:36-37, 52-59; Lucas 19:45-52

Hoy escuchamos dos relatos sobre la limpieza del templo y su re-dedicación al fin sagrado para el que fue concebido.

Durante la revuelta macabea del siglo II a.C., esta purificación (ahora Hannukah) fue una respuesta a la corrupción de una fuerza externa: la erección de un ídolo pagano. La respuesta de Jesús, muchos años después, fue a la corrupción desde dentro: los que se esperaba que fueran guardianes de la integridad del culto en el templo habían permitido o alentado el comercio para obstruir su propósito sagrado.

Hoy en día, cuando una iglesia católica ha sido profanada por el vandalismo, por ritos profanos o por un crimen, puede ser sometida a un exorcismo, a un ritual de bendición o a una nueva dedicación. Se trata de acontecimientos poco frecuentes, pero que nos brindan la oportunidad de reflexionar no sólo sobre cómo utilizamos nuestras iglesias u otros espacios sagrados, sino también sobre cómo gastamos los recursos (tiempo, energía, personas, dinero), en nuestras parroquias, escuelas, cancillerías, etc. ¿Son estos lugares donde reconocemos y honramos la presencia de Dios?

También nuestros cuerpos son templos del espíritu de Dios. ¿Cómo los utilizamos? Al examinar nuestras conciencias, podemos descubrir que nuestros cuerpos, corazones y mentes necesitan una "limpieza de la casa" de forma regular. Todos los domingos llevamos nuestro ser a la casa de Dios. Nosotros también estamos llamados a ser espacios sagrados. - jc