Criticism | Crítica

Thursday of the 22nd Week in Ordinary Time
Colossians 1:9-14; Luke 5:1-11

Here at San Lorenzo, one of our local newspapers has a four-page editorial and op-ed section that runs every Sunday. It is an almost unremitting stream of fear and rage. One can find something similar from many other places in print and online, coming from various parts of the political, social, and religious spectrum.

Critics are everywhere. As depressing as that is, we shouldn’t be surprised. We are biologically hardwired to be on alert for and respond to threats—real, perceived, or imagined. Fear and anger get us going.

But a life filled with little but fear and anger isn’t satisfying for long, and it’s not sustainable. It can be exhausting, and it will eventually devolve into a life of bitterness, hatred, suspicion, and cynicism.

Jesus offers us a different way. When he came upon Simon and his fellow fishermen, he didn’t criticize them for their failure to catch anything. Instead, he encouraged them to put out into the deep water and lower their nets for a catch. Then he invited them to use their skills as fishermen in a new way and for a deeper purpose.

In writing to the Colossians, St. Paul assured them of his prayers and encouraged them. He offered a prayer that they would grow in knowledge of God’s will for them so that they would live in a manner pleasing to God, filled with good and fruitful work. As in his other letters, he would also challenge them and show where they needed to grow in Christ. But even then, he did it in a spirit of love and with a desire for their salvation and not their condemnation and defeat.

We are all sinners. We all need to change in some way. We could all benefit in some way from constructive criticism. But we do better when it is offered in a spirit of encouragement and love and, as always, with faith in God’s grace and mercy. - jc

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Jueves de la 22ª semana del tiempo ordinario
Colosenses 1,9-14; Lucas 5,1-11

Aquí en San Lorenzo, uno de nuestros periódicos locales tiene un editorial de cuatro páginas y una sección de opinión que se publica todos los domingos. Es una corriente casi incesante de miedo y rabia. Uno puede encontrar algo similar en muchos otros lugares, tanto en la prensa como en Internet, procedente de diversas partes del espectro político, social y religioso.

Las críticas están por todas partes. Por muy deprimente que sea, no debería sorprendernos. Estamos biológicamente programados para estar en alerta y responder a las amenazas, reales, percibidas o imaginadas. El miedo y la ira nos ponen en marcha.

Pero una vida llena de poco más que miedo e ira no es satisfactoria durante mucho tiempo, y no es sostenible. Puede ser agotadora, y acabará convirtiéndose en una vida de amargura, odio, sospecha y cinismo.

Jesús nos ofrece un camino diferente. Cuando se encontró con Simón y sus compañeros pescadores, no les criticó por no haber pescado nada. Al contrario, los animó a remar mar adentro y a echar las redes para pescar. Luego les invitó a utilizar sus habilidades como pescadores de una manera nueva y con un propósito más profundo.

Al escribir a los colosenses, San Pablo les aseguró sus oraciones y los animó. Ofreció una oración para que crecieran en el conocimiento de la voluntad de Dios para ellos, a fin de que vivieran de manera agradable a Dios, llenos de trabajo bueno y fructífero. Como en sus otras cartas, también los desafiaba y les mostraba dónde necesitaban crecer en Cristo. Pero incluso entonces, lo hacía con un espíritu de amor y con el deseo de su salvación y no de su condena y derrota.

Todos somos pecadores. Todos necesitamos cambiar de alguna manera. Todos podríamos beneficiarnos de alguna manera de la crítica constructiva. Pero lo hacemos mejor cuando se ofrece con un espíritu de ánimo y amor y, como siempre, con fe en la gracia y la misericordia de Dios. - jc