Division | División

Saturday of the 4th Week of Lent
Jeremiah 11:18-20; John 7:40-53

Here’s something we sometimes want to forget but must nevertheless confront: Jesus was and is a divisive figure. In today’s gospel passage, there are debates about his identity. Is he a prophet, Messiah, or pretender? His legitimacy as Messiah is doubted because he comes from Galilee. Some want to praise him, while others want to arrest him. Like Jeremiah and other prophets, Jesus comforts and encourages some while disturbing and threatening others.

Debates about Jesus and his ministry continue today. They are often posed as binary choices: mercy vs. justice; compassion for sinners vs. demands for moral excellence and accountability for sin; upholding and fulfilling the law and tradition vs. challenging their interpretation and implementation. Yet all these things can apply to Jesus.  

The problem is not with Jesus, it is with us. As with most things in life, we tend to view him through the limited lenses of our own experiences and even our biases. We are called to openness and discernment. We need to let Jesus be Jesus.  jc 

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Sábado de la 4ª semana de Cuaresma
Jeremías 11,18-20; Juan 7,40-53

He aquí algo que a veces queremos olvidar, pero que sin embargo debemos afrontar:  Jesús fue y es una figura divisiva. En el pasaje del Evangelio de hoy se debate sobre su identidad. ¿Es un profeta, un Mesías o un pretendiente?  Se duda de su legitimidad como Mesías porque viene de Galilea. Algunos quieren alabarlo, mientras que otros quieren arrestarlo. Al igual que Jeremías y otros profetas, Jesús consuela y anima a algunos, mientras que molesta y amenaza a otros.

Los debates sobre Jesús y su ministerio continúan hoy en día. A menudo se plantean como opciones binarias: la misericordia frente a la justicia; la compasión por los pecadores frente a la exigencia de excelencia moral y responsabilidad por el pecado; la defensa y el cumplimiento de la ley y la tradición frente a la impugnación de su interpretación y aplicación. Sin embargo, todas estas cosas pueden aplicarse a Jesús.

El problema no está en Jesús, sino en nosotros. Como con la mayoría de las cosas en la vida, tendemos a verlo a través de las lentes limitadas de nuestras propias experiencias e incluso de nuestros prejuicios. Estamos llamados a la apertura y al discernimiento.  Tenemos que dejar que Jesús sea Jesús. jc