Don’t Be That Guy

December 15, 2020

Advent Weekday

Zephaniah 3:1-2, 9-13; Matthew 21:28-32

Nobody likes a braggart, especially when he has little to brag about. In the years just before the destruction of Jerusalem and the Temple and the beginning of the exile to Babylon (587 BCE), the prophet Zephaniah saw Jerusalem as such a braggart: loud, arrogant, licentious, and indifferent to the needs of others, especially those who were poor and suffering.

Braggarts and bullies eventually get put in their places. God, Zephaniah warned, would soon put Jerusalem in its place.  The difference, however, is that God would do it to help Jerusalem and the people of Israel. They would suffer, but it was for their purification and transformation.

Advent, along with Lent, is a season of purification and preparation.  It is a special opportunity if we’ve fallen into spiritual complacency or mediocrity.  Even “good church people” (including priests and religious) can be like the son in our gospel reading who speaks the words his father wants to hear but don’t do what the father needs done.

Let’s not be “that guy.”  The Lord needs us in his vineyard!  jc

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15 de diciembre de 2020

Día de la semana de Adviento

Sofonías 3:1-2, 9-13; Mateo 21:28-32

A nadie le gusta un fanfarrón, especialmente cuando tiene poco de que presumir.  En los años inmediatamente anteriores a la destrucción de Jerusalén y el Templo y al comienzo del exilio a Babilonia (587 a.C.), el profeta Sofonías vio a Jerusalén como un fanfarrón: ruidoso, arrogante, licencioso e indiferente a las necesidades de los demás, especialmente de los pobres y los que sufren.

Los fanfarrones y los matones eventualmente se ponen en su lugar. Dios, advirtió Sofonías, pronto pondría a Jerusalén en su lugar.  La diferencia, sin embargo, es que Dios lo haría para ayudar a Jerusalén y al pueblo de Israel. Ellos sufrirían, pero era para su purificación y transformación.

El Adviento, junto con la Cuaresma, es una temporada de purificación y preparación.  Es una oportunidad especial si hemos caído en la complacencia espiritual o en la mediocridad.  Incluso la "buena gente de la iglesia" (incluyendo sacerdotes y religiosos) puede ser como el hijo en nuestra lectura del evangelio que habla las palabras que su padre quiere escuchar pero no hace lo que el padre necesita que se haga.

No seamos "ese tipo".  ¡El Señor nos necesita en su viñedo! jc