Ego | Ego

Saturday After Epiphany
1 John 5:14-21; John 3:22-30

I’ve heard ego defined as “The Big I.” That makes a lot of sense, for the Latin ego is literally the first-person pronoun. A healthy ego or sense of self is essential to mental and emotional well-being. The keyword there is healthy.

Sometimes, however, my ego can get off track. I become the center of my universe, and I demand or expect things from myself, others, life, or God that are unreasonable, unrealistic, or unhealthy. Today’s readings provide a ready remedy for my runaway ego.

In our first reading, John encourages us to pray to God with confidence that “if we ask anything according to his will, he hears us.” Submitting myself to God’s will necessarily means making “The Big I” smaller.

John the Baptist provides a great example for us in our gospel reading. When he heard that people were coming to Jesus rather than him for baptism, John wasn’t offended. He didn’t criticize Jesus or need to enter a competition with him. John, with a healthy ego, understood his place in God’s plan of salvation. He told his followers that Jesus “must increase” while he “must decrease.” We pray for John’s clarity and humility. - jc

----------------------------------------------------------------------------------------

Sábado después de la Epifanía
1 Juan 5:14-21; Juan 3:22-30

He oído definir el ego como "El Gran Yo". Eso tiene mucho sentido, ya que el ego en latín es literalmente el pronombre en primera persona. Un ego o sentido del yo sano es esencial para el bienestar mental y emocional. La palabra importante es sano.

Sin embargo, a veces mi ego puede desviarse del camino. Me convierto en el centro de mi universo y exijo o espero cosas de mí mismo, de los demás, de la vida o de Dios que son poco razonables, irreales o insanas. Las lecturas de hoy ofrecen un remedio para mi ego desbocado.

En nuestra primera lectura, Juan nos anima a rezar a Dios con la confianza de que "si pedimos algo según su voluntad, él nos escucha". Someterme a la voluntad de Dios significa necesariamente hacer más pequeño el "gran yo".

Juan el Bautista nos ofrece un gran ejemplo en nuestra lectura del Evangelio. Cuando se enteró de que la gente acudía a Jesús en lugar de a él para bautizarse, Juan no se ofendió. No criticó a Jesús ni necesitó entrar en una competición con él. Juan, con un ego sano, comprendió su lugar en el plan de salvación de Dios. Dijo a sus seguidores que Jesús "debe crecer" mientras él "debe disminuir". Rezamos por la claridad y la humildad de Juan. - jc