Flesh vs. Spirit | Carne vs. Espíritu

Galatians 5:18-25; Luke 11:42-46

From the earliest days of Christianity, the church has had to contend with the tendencies of some toward a dualistic understanding of the body and the spirit: the body is bad, the spirit is good, and they are engaged in an existential and eternal conflict. This has led some, even with a mind toward holiness, to engage in extreme ascetical practices.  Sometimes they would cite passages from scripture like today’s first reading.

St. Paul’s reference to “the works of the flesh,” however, was not meant to condemn our bodies but rather our tendency to use our bodies for sin. The Church calls that tendency concupiscence. It is true that we sometimes use our bodies for “immorality, impurity, licentiousness, idolatry, outbursts of fury” and all the other vices Paul lists. Those same bodies can also reveal the kind of hypocrisy that Jesus condemns in our gospel reading.

But it is only through our bodies that we can also share “the fruit of the spirit…love, joy, peace, patience, kindness, generosity, faithfulness, gentleness, self-control” and any other virtues. St. Callistus, a slave who became Pope, embodied many of those virtues, along with prudence, temperance, and mercy. We cannot forget that elsewhere St. Paul calls our bodies temples of the spirit and urges us to glorify God in our bodies (1 Corinthians 6:19-20). 

We were created to live in the spirit. But we must choose it, too. 

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Gálatas 5:18-25; Lucas 11:42-46

Desde los primeros días del cristianismo, la iglesia ha tenido que lidiar con las tendencias de algunos hacia una comprensión dualista del cuerpo y el espíritu: el cuerpo es malo, el espíritu es bueno, y están comprometidos en un conflicto existencial y eterno. Esto ha llevado a algunos, incluso con una mente hacia la santidad, a involucrarse en prácticas ascéticas extremas. A veces citaban pasajes de las escrituras como la primera lectura de hoy.

Sin embargo, la referencia de San Pablo a "las obras de la carne" no tenía por objeto condenar nuestros cuerpos, sino más bien nuestra tendencia a usarlos para el pecado.  La Iglesia llama a esa tendencia concupiscencia. Es cierto que a veces usamos nuestros cuerpos para "la inmoralidad, la impureza, el libertinaje, la idolatría, los arrebatos de furia" y todos los demás vicios que Pablo enumera. Esos mismos cuerpos también pueden revelar el tipo de hipocresía que Jesús condena en nuestra lectura del evangelio.

Pero es sólo a través de nuestros cuerpos que podemos también compartir "el fruto del espíritu... el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la generosidad, la fidelidad, la mansedumbre, el dominio de sí mismo" y cualquier otra virtud. San Calisto, un esclavo que se convirtió en Papa, encarnó muchas de esas virtudes, junto con la prudencia, la templanza y la misericordia. No podemos olvidar que en otros lugares San Pablo llama a nuestros cuerpos templos del espíritu y nos insta a glorificar a Dios en nuestros cuerpos (1 Corintios 6:19-20). 

Fuimos creados para vivir en el espíritu. Pero también debemos elegirlo.

 - Capuchin Friar John Celichowski, OFM Cap.