Forced Departures | Salidas Forzadas

The First Martyrs of the Church of Rome
Genesis 21:5, 8-20a; Matthew 8:28-34

Forced departures are rarely smooth. Faced with a rivalry between the mothers of his two sons, Abraham was forced to make a difficult choice. God helped him to resolve the problem by assuring him that even as he sent them away, Ishmael and his mother Hagar would be protected. Further, God promised to make of Ishmael a great nation. Just as Jews and Christians consider themselves children of Abraham through Isaac, our Muslim brothers and sisters consider themselves children of Abraham through Ishmael. Although our beliefs are different, we share a common spiritual ancestor.

The forced departure in our gospel reading was altogether different. It involved demonic possession rather than domestic conflict. Jesus liberated two men from the grip of demons, but it came at the cost of a herd of pigs, valuable to the gentiles who lived in the area. While the healing was welcomed, the loss of food, property, and income is not. The townspeople begged him to leave their area.

God often works in the midst of our human messiness and in the face of evil. That work doesn’t always make sense to us, and sometimes it doesn’t seem fair. We need to view it through the eyes of faith, trusting that God’s wisdom and will are better than ours. - jc 

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Los primeros mártires de la Iglesia de Roma
Génesis 21:5, 8-20a; Mateo 8:28-34

Las salidas forzadas no suelen ser fáciles. Ante la rivalidad entre las madres de sus dos hijos, Abraham se vio obligado a tomar una difícil decisión. Dios le ayudó a resolver el problema asegurándole que, aunque los despidiera, Ismael y su madre Agar serían protegidos. Además, Dios prometió hacer de Ismael una gran nación. Así como los judíos y los cristianos se consideran hijos de Abraham a través de Isaac, nuestros hermanos musulmanes se consideran hijos de Abraham a través de Ismael. Aunque nuestras creencias son diferentes, compartimos un ancestro espiritual común.

La salida forzada en nuestra lectura del evangelio fue totalmente diferente. Se trataba de una posesión demoníaca y no de un conflicto doméstico. Jesús liberó a dos hombres de las garras de los demonios, pero lo hizo a costa de una piara de cerdos, valiosa para los gentiles que vivían en la zona. Aunque la curación fue bien recibida, la pérdida de alimentos, propiedades e ingresos no lo es. Los habitantes del pueblo le rogaron que se fuera de la zona.

Dios actúa a menudo en medio de nuestro desorden humano y frente al mal. Esa obra no siempre tiene sentido para nosotros, y a veces no parece justa. Tenemos que verlo con los ojos de la fe, confiando en que la sabiduría y la voluntad de Dios son mejores que las nuestras. - jc