Grace and generosity

March 6, 2021

Saturday of the 2nd Week of Lent

Micah 7:14-15, 18-20; Luke 15:1-3, 11-32

Lent isn’t a time that we commonly focus on grace and generosity.  We’re much more used to looking at our sins and lifelong need for conversion.

Of course, we can’t neglect our need to honestly look at our lives and to become more like Jesus.  But our scripture readings today ask us to remember God’s goodness and extravagant mercy. The prophet Micah reminds us of God’s forbearance and clemency.  It is God, Micah tells us, who casts our sins into ocean depths and tramples them underfoot.

The Parable of the Prodigals, the father as well as the son, reminds us that our capacity sin is exceeded by God’s capacity to love; our readiness to turn away from God is overwhelmed by God’s desire to welcome us back; and our arrogance and carelessness are no match for God’s humility and care for us.

When we turn back to God, we will be embraced by God.  When we come to our senses, we know the One to seek and where we need to go. jc

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Sábado de la 2ª semana de Cuaresma

Miqueas 7:14-15, 18-20; Lucas 15:1-3, 11-32

La Cuaresma no es una época en la que solemos centrarnos en la gracia y la generosidad.  Estamos mucho más acostumbrados a mirar nuestros pecados y la necesidad de conversión de toda la vida.

Por supuesto, no podemos descuidar nuestra necesidad de mirar honestamente nuestras vidas y parecernos más a Jesús.  Pero nuestras lecturas bíblicas de hoy nos piden que recordemos la bondad y la extravagante misericordia de Dios. El profeta Miqueas nos recuerda la tolerancia y la clemencia de Dios.  Es Dios, nos dice Miqueas, quien arroja nuestros pecados a las profundidades del océano y los pisotea.

La parábola de los pródigos, tanto del padre como del hijo, nos recuerda que nuestra capacidad de pecar es superada por la capacidad de amar de Dios; nuestra disposición a alejarnos de Dios es superada por el deseo de Dios de acogernos de nuevo; y nuestra arrogancia y despreocupación no están a la altura de la humildad y el cuidado de Dios por nosotros.

Cuando nos volvamos a Dios, seremos abrazados por él.  Cuando recuperamos el sentido común, sabemos a quién debemos buscar y a dónde debemos ir. jc