It is Finished | Esta Terminado

Good Friday of the Lord’s Passion
Isaiah 52:13-53:12; Hebrews 4:14-16, 5:7-9; John 18:1-19:42

“It is finished.”

According to St. John’s gospel, those were the last three words that Jesus uttered before he died. It was all over: his life, mission, suffering…everything.

Today we gather with a mixture of sorrow and gratitude. We lament all the ways that Jesus suffered: his persecution by those who opposed him and his message; his unjust condemnation to death; the scourging at the pillar; the crowning with thorns; the mockery and beatings he endured; his agonizing journey to Golgotha; his crucifixion; being pierced with a lance; drawing his last spasmodic breath. We stand in awe and gratitude for his great love and the gift of our salvation.

Did Jesus have to die this way? Was he our human sacrifice, a necessary offering to satisfy our overwhelming debt of sin? The Scriptures and much of our tradition describe his death on the cross as expiation or atonement. What we sometimes miss is that they also reveal something greater: The Passion of our Lord was a consequence or expression of God’s unfathomable love for us. Jesus accepted death on a cross not because we are so bad but because God is so good. Good Friday is not about payback. It is about God paying it forward for us and for eternity.

That’s something worth celebrating, even as we have heavy hearts. jc

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Viernes Santo de la Pasión del Señor
Isaías 52,13-53,12; Hebreos 4,14-16, 5,7-9; Juan 18,1-19,42

"Está consumado".

Según el evangelio de San Juan, esas fueron las tres últimas palabras que pronunció Jesús antes de morir. Todo había terminado: su vida, su misión, su sufrimiento... todo.

Hoy nos reunimos con una mezcla de dolor y gratitud.  Lamentamos todas las formas de sufrimiento de Jesús: su persecución por parte de los que se oponían a él y a su mensaje; su injusta condena a muerte; la flagelación en la columna; la coronación de espinas; las burlas y los golpes que soportó; su agonizante viaje al Gólgota; su crucifixión; ser atravesado por una lanza; emitir su último aliento espasmódico. Estamos asombrados y agradecidos por su gran amor y por el don de nuestra salvación.

¿Tenía Jesús que morir así?  ¿Fue nuestro sacrificio humano, una ofrenda necesaria para satisfacer nuestra abrumadora deuda de pecado?  Las Escrituras y gran parte de nuestra tradición describen su muerte en la cruz como una expiación. Lo que a veces se nos escapa es que también revelan algo más grande: La Pasión de nuestro Señor fue una consecuencia o expresión del insondable amor de Dios por nosotros. Jesús aceptó la muerte en una cruz no porque seamos tan malos, sino porque Dios es tan bueno.  El Viernes Santo no es una venganza. Se trata de que Dios pague por nosotros y por la eternidad.

Eso es algo que vale la pena celebrar, aunque tengamos el corazón apesadumbrado. jc