Lamentation | Lamentación

St. Thérèse of the Child Jesus
Baruch 1:15-22; Luke 10:13-16

The scriptures remind us that faith without works is dead (James 2:17). In a similar way, conversion without lamentation is difficult, if not impossible. It’s only by confronting and mourning our sins and the death they represent that we can turn from them and toward the light of Christ.

The people of Israel had many years to lament their sins and the infidelities that led them into bitter exile. Hearing the stories of their crushing defeat and subjugation by Babylon and beholding a desolate Jerusalem on their return, they were forced to come to terms with their need to also return to their covenant with God.

Centuries later, Jesus issued a lament and reproach to the proud cities of Chorazin and Capernaum. They failed to heed his proclamation of God’s kingdom and his call to repentance. The signs of a new day for Israel and the world were there, particularly in his mighty deeds. But those cities refused to see and respond to them with changed hearts, minds, words, and actions.

Friday is traditionally the day of the week when we are especially asked to reflect on our need for penance. May we never lose our capacity to lament our sins, our desire for conversion, or our confidence that we can change—with God’s help. - jc

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Santa Teresa del Niño Jesús
Baruc 1,15-22; Lucas 10,13-16

Las Escrituras nos recuerdan que la fe sin obras está muerta (Santiago 2:17). Del mismo modo, la conversión sin lamentaciones es difícil, si no imposible. Sólo confrontando y lamentando nuestros pecados y la muerte que representan podemos apartarnos de ellos y acercarnos a la luz de Cristo.

El pueblo de Israel tuvo muchos años para lamentar sus pecados y las infidelidades que lo llevaron al amargo exilio. Al escuchar los relatos de su aplastante derrota y sometimiento por Babilonia y contemplar una Jerusalén desolada a su regreso, se vieron obligados a aceptar su necesidad de volver también a su pacto con Dios.

Siglos después, Jesús lanzó un lamento y un reproche a las orgullosas ciudades de Corazín y Cafarnaún. No escucharon su anuncio del reino de Dios ni su llamada al arrepentimiento. Los signos de un nuevo día para Israel y el mundo estaban ahí, especialmente en sus poderosos actos. Pero esas ciudades se negaron a verlas y a responder a ellas con corazones, mentes, palabras y acciones cambiadas.

El viernes es tradicionalmente el día de la semana en el que se nos pide especialmente que reflexionemos sobre nuestra necesidad de penitencia. Que nunca perdamos nuestra capacidad de lamentar nuestros pecados, nuestro deseo de conversión o nuestra confianza en que podemos cambiar, con la ayuda de Dios. - jc