Obstacles | Obstáculos

St. Polycarp
James 4:13-17; Mark 9:38-40

We all face obstacles in life. One of the great ironies is that we can be those obstacles. We can be our worst enemies.

St. James warns us against hubris and presumption and encourages us to trust in God’s will. We all need plans, schedules, and organization in our lives. But it’s just as vital to accept that life won’t always conform to them. Our plans may be thwarted. Our schedules may be interrupted. Things may become disorganized for a while. Putting our faith in God helps us to navigate through these disruptions.

Jesus invites us to accept that his mission belongs to many people, including those we do not recognize or accept. There are many workers in the vineyard, and it’s not our job to police them all.

St. Polycarp, a disciple of St. John the Apostle, was 86 years old when he was martyred. At a time when many of us could look forward to a peaceful and happy death, he was burned at the stake. He met his face with serenity and joy—both rooted in his faith that he was doing God’s will and giving God glory. - jc 

----------------------------------------------------------------------------------------

San Policarpo
Santiago 4:13-17; Marcos 9:38-40

Todos nos enfrentamos a obstáculos en la vida. Una de las grandes ironías es que nosotros podemos ser esos obstáculos. Podemos ser nuestros peores enemigos.

Santiago nos advierte contra la arrogancia y la presunción y nos anima a confiar en la voluntad de Dios. Todos necesitamos planes, horarios y organización en nuestras vidas. Pero es igualmente vital aceptar que la vida no siempre se ajustará a ellos. Nuestros planes pueden verse frustrados. Nuestros horarios pueden verse interrumpidos. Las cosas pueden desorganizarse durante un tiempo. Poner nuestra fe en Dios nos ayuda a navegar a través de estas interrupciones.

Jesús nos invita a aceptar que su misión pertenece a muchas personas, incluso a aquellas que no reconocemos ni aceptamos. Hay muchos trabajadores en la viña, y no es nuestro trabajo vigilarlos a todos.

San Policarpo, discípulo de San Juan Apóstol, tenía 86 años cuando fue martirizado. En una época en la que muchos de nosotros podíamos esperar una muerte tranquila y feliz, fue quemado en la hoguera. Se enfrentó a su rostro con serenidad y alegría, ambas arraigadas en su fe de que estaba cumpliendo la voluntad de Dios y dando gloria a Dios. - jc