Passing and Lasting Riches | Riquezas Pasajeras y Duraderas

Wednesday of the 5th Week in Ordinary Time
1 Kings 10:1-10; Mark 7:14-23

God’s word today asks us to consider what dazzles us and what corrupts us, passing riches and lasting riches.

Our first reading recounts the Queen of Sheba’s visit to King Solomon in Jerusalem. She comes in a spirit of intrigue and leaves in a spirit of wonder. After testing him, experiencing his knowledge and wisdom, and witnessing the splendor of his palace and court, she is breathless. She confesses that she arrived a skeptic and became a believer. In addition to a word of blessing, she showers him with gold, precious stones, and a rich array of spices.

In our gospel passage, Jesus isn’t concerned with external riches but rather internal pollution. Responding to the criticisms of the scribes and Pharisees about his failure to observe hand-washing rituals, he challenges them to pay more attention to their inner lives. What enters us, he explains, is less important than what comes out of us: “evil thoughts, unchastity, theft, murder, adultery, greed, malice, deceit, licentiousness, envy, blasphemy, arrogance, folly.”

Most of us want to look good. We hope that others will think highly of us. We want to be influencers of one kind or another.  We want to belong.  None of those things are bad unless they become idols and preoccupations. What really matters, however, is not how we look. It’s who we are. External riches come and go. We can’t take them with us. Inner riches are lasting. When we carry them in this life, they and God’s grace will carry us into the next. - jc

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Miércoles de la 5ª semana del tiempo ordinario
1 Reyes 10,1-10; Marcos 7,14-23

La palabra de Dios hoy nos pide que consideremos lo que nos deslumbra y lo que nos corrompe, las riquezas pasajeras y las duraderas.

Nuestra primera lectura narra la visita de la reina de Saba al rey Salomón en Jerusalén. Llega intrigada y se marcha maravillada. Después de ponerlo a prueba, experimentar su conocimiento y sabiduría, y presenciar el esplendor de su palacio y su corte, se queda sin aliento. Confiesa que llegó escéptica y se convirtió en creyente. Además de una palabra de bendición, le colma de oro, piedras preciosas y un rico surtido de especias.

En nuestro pasaje del Evangelio, a Jesús no le preocupan las riquezas externas, sino la contaminación interna. Respondiendo a las críticas de los escribas y fariseos por no observar los ritos del lavado de manos, les reta a prestar más atención a su vida interior. Lo que entra en nosotros, explica, es menos importante que lo que sale de nosotros: "malos pensamientos, impureza, robo, asesinato, adulterio, avaricia, malicia, engaño, libertinaje, envidia, blasfemia, arrogancia, insensatez".

La mayoría de nosotros queremos quedar bien. Esperamos que los demás piensen bien de nosotros. Queremos ser influyentes de un tipo u otro.  Queremos pertenecer.  Ninguna de esas cosas es mala, a menos que se conviertan en ídolos y preocupaciones. Sin embargo, lo que realmente importa no es nuestro aspecto. Es lo que somos. Las riquezas externas van y vienen. No podemos llevárnoslas con nosotros. Las riquezas interiores son duraderas. Cuando las llevamos en esta vida, ellas y la gracia de Dios nos llevarán a la siguiente. - jc

Asistencia de traducción por DeepL.com®