Purification | Purificación

The Presentation of the Lord
Malachi 3:1-4; Hebrews 2:14-18; Luke 2:22-40

This feast has been celebrated in the western church for about 1500 years. It was originally designated the Purification of the Blessed Virgin Mary. But our Marian feasts, like the Blessed Mother, point us to Jesus. We now know it as the Presentation of the Lord.

Mary and Joseph came with Jesus to the temple to offer the sacrifices required for her ritual purification following his birth and to dedicate him to the Lord. Of course, as the Son of God, he was already dedicated in a way they were still coming to understand. Yet Simeon and Anna, guided by the Holy Spirit and rooted in the grace of God that was already active in their lives, realized that this child was someone special.

Simeon, however, realized that Jesus’ destiny was filled with tension. He would be not only a light to the world but also a sign that would be opposed, a sign of redemption who would be condemned, a revealer of hearts whose suffering would pierce his mother’s heart.

Purification involves tension. The fuller’s lye is not gentle. The purification of silver requires a lot of heat. Being tested isn’t comfortable. We know this as human beings and disciples of Jesus. Through the mysteries of the Incarnation and Easter, he showed us the way. Through our baptism, we have been immersed and initiated in that same way.

In that sense, today we remember not only Mary’s purification but also our own. We not only celebrate Jesus’ presentation, and we dedicate ourselves to following him. - jc 

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La presentación del Señor
Malaquías 3:1-4; Hebreos 2:14-18; Lucas 2:22-40

Esta fiesta se celebra en la iglesia occidental desde hace unos 1500 años. Originalmente se designaba como la Purificación de la Santísima Virgen María. Pero nuestras fiestas marianas, al igual que la Santísima Madre, nos señalan a Jesús. Ahora la conocemos como la Presentación del Señor.

María y José acudieron con Jesús al templo para ofrecer los sacrificios necesarios para su purificación ritual tras su nacimiento y para dedicarlo al Señor. Por supuesto, como Hijo de Dios, ya estaba dedicado de una manera que ellos aún estaban por comprender. Sin embargo, Simeón y Ana, guiados por el Espíritu Santo y enraizados en la gracia de Dios que ya estaba activa en sus vidas, se dieron cuenta de que ese niño era alguien especial.

Simeón, sin embargo, se dio cuenta de que el destino de Jesús estaba lleno de tensión. No sólo sería una luz para el mundo, sino también un signo que se opondría, un signo de redención que sería condenado, un revelador de corazones cuyo sufrimiento atravesaría el corazón de su madre.

La purificación implica tensión. La lejía del batán no es suave. La purificación de la plata requiere mucho calor. Ser probado no es cómodo. Lo sabemos como seres humanos y discípulos de Jesús. A través de los misterios de la Encarnación y la Pascua, él nos mostró el camino. A través de nuestro bautismo, hemos sido sumergidos e iniciados en ese mismo camino.

En ese sentido, hoy recordamos no sólo la purificación de María, sino también la nuestra. No sólo celebramos la presentación de Jesús, sino que nos dedicamos a seguirlo. - jc