Shameless | Desvergüenza

Feast of Our Lady of Lourdes

World Day of Prayer for the Sick

Genesis 2:18-25; Mark 7:24-30

For most of us, "having no shame" is not commendable.  It suggests arrogance, indecency, and indifference to social norms or the sensitivities of others.

But today’s readings offer us examples of what could be called holy shamelessness.  Adam and Eve “felt no shame” about their nakedness in the same way that an infant or toddler would. It reflected their initial innocence in the Garden of Eden. That innocence, we know, would soon be lost because of their sin.

The Syrophoenician woman in our gospel reading was willing to bear the shame of being dismissed as a dog so that her daughter could be cured.  She doggedly challenged Jesus to transcend the prejudices that impeded the gentiles’ access to God’s saving grace.  Marveling at and affirming her faith, Jesus healed her daughter.

Sometimes we feel or have been told that we are unworthy of God’s grace and blessings because of who we are or what we have done.  The Syrophoenician woman’s humble and bold example should encourage us to be a little more shameless in asking the Lord for what we need. jc

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11 de febrero de 2021

Memoria de Nuestra Señora de Lourdes

Jornada Mundial de Oración por los Enfermos

Génesis 2,18-25; Marcos 7,24-30

Para la mayoría de nosotros, "no tener vergüenza" no es encomiable.  Sugiere arrogancia, indecencia e indiferencia hacia las normas sociales o la sensibilidad de los demás.

Pero las lecturas de hoy nos ofrecen ejemplos de lo que podría llamarse santa desvergüenza.  Adán y Eva "no sentían vergüenza" por su desnudez, del mismo modo que lo haría un bebé o un niño pequeño. Esto reflejaba su inocencia inicial en el Jardín del Edén. Esa inocencia, sabemos, pronto se perdería a causa de su pecado.

La mujer sirofenicia de nuestra lectura del Evangelio estaba dispuesta a soportar la vergüenza de ser descartada como un perro para que su hija pudiera ser curada.  Desafió tenazmente a Jesús a superar los prejuicios que impedían el acceso de los gentiles a la gracia salvadora de Dios.  Maravillado y afirmando su fe, Jesús curó a su hija.

A veces nos sentimos o nos han dicho que somos indignos de la gracia y las bendiciones de Dios por lo que somos o por lo que hemos hecho.  El ejemplo humilde y audaz de la mujer sirofenicia debería animarnos a ser un poco más descarados a la hora de pedir al Señor lo que necesitamos. jc