Soil Remediation | Remediación del suelo

January 27, 2021

Memorial of St. Angela Merici

Hebrews 10:11-18; Mark 4:1-20

Soil remediation is an essential part of environmental stewardship.  It can range from something as simple as allowing land to lay fallow for a time to removing contaminated topsoil.  We do not often think of it as a spiritual exercise.

But in today’s gospel reading, Jesus invites us to use our imaginations and to look at our hearts like fields.  He uses three types of soil—rocky, shallow, and rich—to reflect on our receptiveness to the word of God.  As I look at my own life, I can see that I have all three types.

I too often find myself distracted in prayer.  Too often, I rush from an appointment or some task into chapel.  My mind and heart, like the rocky path, are impervious to the word.  When I make the effort to get there 5 or 10 minutes early to settle down and focus, my experiences of prayer are much richer.  I give the word of God a chance to enter and change me.

At other times, my mind is preoccupied with “worldly anxiety.”  This isn’t so much about riches but on the important stuff that needs to get done: a homily, report, or class that needs to be prepared; a phone call that needs to be made; an e-mail that needs to be sent.  I forget the words of Psalm 127: “Unless the LORD builds the house, they labor in vain who build. Unless the LORD guard the city, in vain does the guard keep watch.”

When I make the time and space to give the word of God a chance to be sown in my heart and mind, God will plant the seed.  When I pray, read, reflect, meditate, and write, I work the soil, and with time and God’s grace it will be fruitful. jc

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27 de enero de 2021

Memoria de Santa Ángela Merici

Hebreos 10:11-18; Marcos 4:1-20

La remediación del suelo es una parte esencial de la administración del medio ambiente.  Puede ir desde algo tan simple como permitir que la tierra permanezca en barbecho durante un tiempo hasta la eliminación de la capa superior del suelo contaminada.  No solemos pensar en ello como un ejercicio espiritual.

Pero en la lectura del evangelio de hoy, Jesús nos invita a usar nuestra imaginación y a mirar nuestros corazones como campos.  Utiliza tres tipos de suelo - rocoso, superficial y rico - para reflexionar sobre nuestra receptividad a la palabra de Dios.  Cuando miro mi propia vida, puedo ver que tengo los tres tipos.

Con demasiada frecuencia me encuentro distraído en la oración.  Demasiado a menudo, me precipito de una cita o alguna tarea en la capilla.  Mi mente y mi corazón, como el camino rocoso, son impermeables a la palabra.  Cuando hago el esfuerzo de llegar 5 o 10 minutos antes para establecerme y concentrarme, mis experiencias de oración son mucho más ricas.  Le doy a la palabra de Dios una oportunidad de entrar y cambiarme.

En otras ocasiones, mi mente está preocupada por la "ansiedad mundana".  No se trata tanto de riquezas sino de las cosas importantes que hay que hacer: una homilía, un informe o una clase que hay que preparar; una llamada telefónica que hay que hacer; un correo electrónico que hay que enviar.  Olvidé las palabras del Salmo 127: "Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que edifican". Si el Señor no vigila la ciudad, en vano vigila la guardia".

Cuando haga el tiempo y el espacio para dar a la palabra de Dios una oportunidad de ser sembrada en mi corazón y mi mente, Dios plantará la semilla.  Cuando rezo, leo, reflexiono, medito y escribo, trabajo la tierra, y con el tiempo y la gracia de Dios será fructífera. jc