The Light Will Find a Way | La Luz Encontrará un Camino

Ss. Andrew Kim Tae-gŏn, Paul Chŏng Ha-Sang, and Companions
Ezra 1:1-6; Luke 8:16-18

The light will find a way.

That’s the message of today’s scripture readings and our memorial for the Korean martyrs, who died during a wave of persecution in the 18th and 19th centuries. When the light of Christ was introduced to Korea, those who carried it were accused of introducing unwanted foreign elements into society. Some tried to snuff out the light, but they failed.

Many centuries earlier, God used Cyrus, the King of Persia, a gentile, to bring the light of the temple back to Jerusalem. The temple and much of the city had been destroyed by the Babylonians at the time of the Exile. The rebuilding of the temple was a sign of the restoration of the fortunes of the people of Israel and hope for the future. When the temple was destroyed again centuries later during Roman occupation, the light of faith in the Jewish people survived.

Jesus urged his disciples, “Take care how you hear.” The word of faith, hope, and love that he gave them was to be a light to guide them for the rest of their lives. He called them to share that light with others, and it has been passed down from generation to generation to our day. This is symbolized in the Rite of Baptism, when a candle is lit from the Paschal Candle and handed to the one who has been baptized, with the encouragement to keep that light burning through this life into the next.

That light is not to be hidden but used to brighten our world. Many throughout history have tried to extinguish it, and they have failed. The light will always find a way among us if it finds a way within us. - jc

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Ss. Andrew Kim Tae-gŏn, Paul Chŏng Ha-Sang, y compañeros
Esdras 1:1-6; Lucas 8:16-18

La luz encontrará un camino.

Ese es el mensaje de las lecturas de la Escritura de hoy y de nuestra conmemoración de los mártires coreanos, que murieron durante una ola de persecución en los siglos XVIII y XIX. Cuando la luz de Cristo se introdujo en Corea, los que la llevaban fueron acusados de introducir elementos extranjeros no deseados en la sociedad. Algunos trataron de apagar la luz, pero fracasaron.

Muchos siglos antes, Dios utilizó a Ciro, el rey de Persia, un gentil, para devolver la luz del templo a Jerusalén. El templo y gran parte de la ciudad habían sido destruidos por los babilonios en la época del exilio. La reconstrucción del templo era un signo de la restauración de la fortuna del pueblo de Israel y de la esperanza en el futuro. Cuando el templo fue destruido de nuevo siglos después durante la ocupación romana, la luz de la fe en el pueblo judío sobrevivió.

Jesús instó a sus discípulos: "Tened cuidado con lo que oís". La palabra de fe, esperanza y amor que les dio debía ser una luz que les guiara el resto de sus vidas. Les llamó a compartir esa luz con los demás, y se ha transmitido de generación en generación hasta nuestros días. Esto se simboliza en el Rito del Bautismo, cuando se enciende un cirio del Cirio Pascual y se entrega al bautizado, con el estímulo de mantener esa luz encendida a lo largo de esta vida hasta la siguiente.

Esa luz no debe ocultarse, sino utilizarse para iluminar nuestro mundo. Muchos, a lo largo de la historia, han intentado extinguirla, y han fracasado. La luz siempre encontrará un camino entre nosotros si encuentra un camino dentro de nosotros. - jc