The Tax Man | El Hombre de los Impuestos

St. Matthew

Ephesians 4:1-7, 11-13; Matthew 9:9-13

Let’s face it. None of us likes to pay taxes. Some don’t want to pay for governmental services they don’t use or approve. Others don’t want to pay even for services they do use and approve. Others believe that their hard-earned money is wasted by the government.

Those ambivalent or negative feelings are amplified when that government is a foreign, oppressive, and occupying force. Dislike can become hatred when those collecting the taxes not only act as agents of the oppressor but are also extort additional fees and become rich in the process.  

Matthew was a tax collector, considered a cog in the Roman imperial machine in Palestine. Those who considered themselves pious or patriots hated men like him. He was an outcast among his own people.  

Many, especially the religious leaders, couldn’t understand why Jesus, a supposedly righteous rabbi, invited Matthew to be his disciple and went to share a meal at his house.  How could Jesus be in fellowship with tax collectors and sinners? It was a scandal.

But Jesus knew that his grace and mercy could work even in a supposed scandal. The power and compassion of the Lord turned an outcast into an apostle. 

St. Matthew, pray for us! 

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San Mateo

Efesios 4:1-7, 11-13; Mateo 9:9-13

Afrontémoslo. A ninguno de nosotros nos gusta pagar impuestos. Algunos no quieren pagar por servicios gubernamentales que no usan o aprueban. Otros no quieren pagar ni siquiera por servicios que sí usan y aprueban. Otros creen que su dinero duramente ganado es desperdiciado por el gobierno.

Esos sentimientos ambivalentes o negativos se amplifican cuando ese gobierno es una fuerza extranjera, opresiva y de ocupación. El desagrado puede convertirse en odio cuando los que recaudan los impuestos no sólo actúan como agentes del opresor, sino que también extorsionan cuotas adicionales y se hacen ricos en el proceso.  

Mateo era un recaudador de impuestos, considerado un engranaje de la máquina imperial romana en Palestina. Los que se consideraban piadosos o patriotas odiaban a hombres como él. Era un paria entre su propio pueblo.  

Muchos, especialmente los líderes religiosos, no podían entender por qué Jesús, un rabino supuestamente justo, invitó a Mateo a ser su discípulo y fue a compartir una comida a su casa. ¿Cómo podía Jesús estar en comunión con los recaudadores de impuestos y los pecadores? Fue un escándalo.

Pero Jesús sabía que su gracia y misericordia podían funcionar incluso en un supuesto escándalo. El poder y la compasión del Señor convirtió a un marginado en un apóstol.  ¡San Mateo, ruega por nosotros! 

- Capuchin Friar John Celichowski