16th Sunday in Ordinary Time

Wis 12:13, 16-19; Ps 85; Rom 8:26-27; Mt 13:24-30

When I was young, one of my least favorite jobs was weeding the garden. Bending down or kneeling, battling various pests, and reaching into the dirt, row after row on a hot summer day was tiring, messy, and tedious.  The worst part was knowing that I would almost certainly have to do it all over again in a matter of days or weeks. It wasn’t fun.

But even then, I also knew something else: pulling weeds, carefully and consistently, was necessary for us to have the green beans, melons, lettuce, rhubarb, tomatoes, berries, and other fresh vegetables and fruits that made so many of our meals so enjoyable.  If left unattended and not carefully pulled up by their roots, those weeds would sap the garden of its water, fertilizer, sunlight, and vitality. Unattended weeds could lead to a diminished harvest.

Each of us is a wonderful patch of ground created and seeded by God. All of us have received a rich and unique set of spiritual, emotional, intellectual, and physical gifts. None of us are exactly the same. When we come together as church, all those patches of ground became a large field.  We have great potential for an abundant harvest in the kingdom of God.

Our gospel parable reminds us, however, that we can’t take that abundant harvest for granted. An enemy, the Evil One, is busy. He sows the seeds of sin in each of us. He seeks to have the weeds of the Seven Deadly Sins—anger, pride, envy, greed, envy, gluttony, and lust—grow in our hearts and divide our communities.  The devil is crafty, patient, and persistent. He will work on us for a lifetime.

Thankfully, God has blessed us with the graces and the means to defeat the enemy’s efforts. The weeds within us can be pulled with a powerful set of tools: God’s word, the sacraments (especially the Eucharist and Penance), prayer, fasting, a daily examination of conscience, the Corporal and Spiritual Works of Mercy, and the intercession of the saints and our Blessed Mother, among others. In his Letter to the Romans, St. Paul also reminds us of the gift of the Spirit who groans with us in our struggles and intercedes for us.

Remarkably and thankfully, God does a lot of the weeding for us. Psalm 85 recalls that the Lord is good, forgiving, abounding in kindness, merciful, gracious, slow to anger and faithful. God is infinitely more patient than the devil and infinitely more powerful. As our first reading from the Book of Wisdom tells us, God’s great power is also the source of God’s great justice and mercy, even lenience. God loves us and knows us better than we know ourselves.

This week, spend some time contemplating the good garden that is you. Give thanks for all that God has planted…and don’t forget to do some weeding! jc

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Homilía del 23 de julio de 2023 (XVI domingo del tiempo ordinario)

Sab 12,13.16-19; Sal 85; Rom 8,26-27; Mt 13,24-30

Cuando era joven, uno de los trabajos que menos me gustaban era desherbar el jardín. Agacharme o arrodillarme, luchar contra diversas plagas y meter la mano en la tierra, hilera tras hilera, en un caluroso día de verano, era agotador, sucio y tedioso.  Lo peor era saber que casi con toda seguridad tendría que volver a hacerlo en cuestión de días o semanas. No era divertido.

Pero incluso entonces, también sabía otra cosa: arrancar las malas hierbas, con cuidado y constancia, era necesario para que tuviéramos judías verdes, melones, lechuga, ruibarbo, tomates, bayas y otras verduras y frutas frescas que hacían tan agradables muchas de nuestras comidas.  Si no se les prestaba atención y no se arrancaban de raíz con cuidado, esas malas hierbas despojaban al huerto de su agua, fertilizante, luz solar y vitalidad. Las malas hierbas desatendidas podrían conducir a una cosecha disminuida.

Cada uno de nosotros es una maravillosa parcela de tierra creada y sembrada por Dios. Todos hemos recibido un conjunto rico y único de dones espirituales, emocionales, intelectuales y físicos. Ninguno de nosotros es exactamente igual. Cuando nos reunimos como iglesia, todas esas parcelas de tierra se convierten en un gran campo.  Tenemos un gran potencial para una cosecha abundante en el reino de Dios.

Nuestra parábola evangélica nos recuerda, sin embargo, que no podemos dar por sentada esa cosecha abundante. Un enemigo, el Maligno, está ocupado. Siembra las semillas del pecado en cada uno de nosotros. Busca que las malas hierbas de los Siete Pecados Capitales -ira, orgullo, envidia, codicia, gula y lujuria- crezcan en nuestros corazones y dividan nuestras comunidades.  El diablo es astuto, paciente y persistente. Trabajará en nosotros durante toda la vida.

Afortunadamente, Dios nos ha bendecido con las gracias y los medios para derrotar los esfuerzos del enemigo. Las malas hierbas dentro de nosotros pueden ser arrancadas con un poderoso conjunto de herramientas: La palabra de Dios, los sacramentos (especialmente la Eucaristía y la Penitencia), la oración, el ayuno, el examen de conciencia diario, las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales, y la intercesión de los santos y de nuestra Santísima Madre, entre otros. En su Carta a los Romanos, San Pablo nos recuerda también el don del Espíritu que gime con nosotros en nuestras luchas e intercede por nosotros.

Sorprendente y agradecidamente, Dios hace gran parte de la escarda por nosotros. El Salmo 85 nos recuerda que el Señor es bueno, perdonador, bondadoso, misericordioso, clemente, lento a la cólera y fiel. Dios es infinitamente más paciente que el diablo e infinitamente más poderoso. Como nos dice nuestra primera lectura del Libro de la Sabiduría, el gran poder de Dios es también la fuente de su gran justicia y misericordia, incluso de su indulgencia. Dios nos ama y nos conoce mejor que nosotros mismos.

Esta semana, dedica algún tiempo a contemplar el buen jardín que eres tú. Da gracias por todo lo que Dios ha plantado... ¡y no te olvides de quitar las malas hierbas! jc

Asistencia de traducción proporcionada por www.DeepL.com®