Feast of the Holy Family |  Fiesta de la Sagrada Familia

Feast of the Holy Family
1 Samuel 1:20-22, 24-28; Psalm 128; Colossians 3:12-17; Luke 2:41-52

We all know that time can pass quickly, but 12 years in four days? That seems extreme! Just four days ago, we celebrated Christmas and recalled the humble birth of Jesus in Bethlehem. Today we recall the discovery of Jesus, now age 12, by his panicked parents in the temple in Jerusalem. We know very little of the intervening years, and even less of those that followed up to the time of Jesus’ baptism by John in the Jordan River and the beginning of his public ministry. They are part of what are often referred to as the quiet or hidden years.

But just because something is quiet doesn’t mean it won’t one day make a lot of noise, and just because it is hidden doesn’t mean it will remain unnoticed. The voice, teachings, and life of Jesus still echo in the gospels and in his church. This Feast of the Holy Family is a reminder and an invitation, a comfort and a challenge. We’re reminded that Jesus grew up in a seemingly ordinary yet extraordinarily holy family, and we’re invited to follow their example.

Our gospel passage reveals that Joseph and Mary took their Jewish faith seriously. The journey from Nazareth to Jerusalem for the celebration of Passover was not easy, especially for those of modest means. It was about 180 miles round trip, almost all on foot. So, we can understand the tired, worried, and exasperated plea of Mary to Jesus: “Son, why have you done this to us?”

In the face of his anxious mother’s rebuke, Jesus responded “Why were you looking for me? Didn’t you know that I must be in my Father’s house?” Luke portrays Jesus as a bit of a prodigy, sitting among the religious teachers and amazing them with his questions and answers. Yet he also notes that upon returning home Jesus was obedient to his parents and, over time, “advanced in wisdom and age and favor before God and man.”

The Holy Family, like each of its members—Jesus, Mary, and Joseph—is simultaneously a model and an icon. They inspire us by their example and invite us to embrace the virtues St. Paul notes in our second reading: “heartfelt compassion, kindness, humility, gentleness, and patience,” along with forbearance, forgiveness, love, and gratitude. They draw us closer to God.

Families throughout the world are under many pressures today. Many of those difficulties are not much different than those our ancestors experienced. Having adequate food, water, clothing, shelter, healthcare, and education remains a challenge, one that remains out of reach for many. In addition, dealing with the rapid advances of social media, artificial intelligence, and changing and conflicting conceptions of sex and gender can sometimes seem overwhelming.

The Holy Family reminds us that we can make it through, not because of who we are but rather because of who God is—with us, in us, and for us. - jc

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Fiesta de la Sagrada Familia
1 Samuel 1,20-22.24-28; Salmo 128; Colosenses 3,12-17; Lucas 2,41-52

Todos sabemos que el tiempo puede pasar rápidamente, pero ¿12 años en cuatro días? ¡Eso parece extremo!  Hace apenas cuatro días celebrábamos la Navidad y recordábamos el humilde nacimiento de Jesús en Belén. Hoy recordamos el descubrimiento de Jesús, que ya tenía 12 años, por sus asustados padres en el templo de Jerusalén. Sabemos muy poco de los años intermedios, y aún menos de los que siguieron hasta el momento del bautismo de Jesús por Juan en el río Jordán y el comienzo de su ministerio público. Forman parte de lo que a menudo se denomina los años tranquilos u ocultos.

Pero que algo sea silencioso no significa que algún día no haga mucho ruido, y que esté oculto no significa que pase desapercibido. La voz, las enseñanzas y la vida de Jesús siguen resonando en los Evangelios y en su Iglesia. Esta fiesta de la Sagrada Familia es un recordatorio y una invitación, un consuelo y un desafío. Nos recuerda que Jesús creció en el seno de una familia aparentemente corriente, pero extraordinariamente santa, y nos invita a seguir su ejemplo.

Nuestro pasaje evangélico revela que José y María se tomaron en serio su fe judía. Hacer el viaje de Nazaret a Jerusalén para la celebración de la Pascua no era fácil, especialmente para los que tenían medios modestos. Eran unos 180 kilómetros de ida y vuelta, casi todos a pie. Así que podemos entender la súplica cansada, preocupada y exasperada de María a Jesús: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?».

Ante la reprimenda de su angustiada madre, Jesús respondió: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo estar en la casa de mi Padre?». Lucas retrata a Jesús como una especie de prodigio, sentado entre los maestros religiosos y asombrándoles con sus preguntas y respuestas. Sin embargo, también señala que, al volver a casa, Jesús fue obediente a sus padres y, con el tiempo, «progresó en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres.»

La Sagrada Familia, como cada uno de sus miembros -Jesús, María y José-, es simultáneamente un modelo y un icono.  Nos inspiran con su ejemplo y nos invitan a abrazar las virtudes que San Pablo señala en nuestra segunda lectura: «la compasión sincera, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia», junto con la tolerancia, el perdón, el amor y la gratitud. Nos acercan a Dios.

Las familias de todo el mundo están sometidas hoy a muchas presiones. Muchas de esas dificultades no son muy diferentes de las que experimentaron nuestros antepasados. Disponer de alimentos, agua, ropa, vivienda, atención sanitaria y educación adecuados sigue siendo un reto, que permanece fuera del alcance de muchos. Además, lidiar con los rápidos avances de las redes sociales, la inteligencia artificial y las cambiantes y conflictivas concepciones del sexo y el género puede parecer a veces abrumador.

La Sagrada Familia nos recuerda que podemos salir adelante, no por lo que somos, sino por lo que es Dios: con nosotros, en nosotros y para nosotros. - jc

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